¿Te has detenido a pensar acerca de tus decisiones? La gran mayoría de la gente va a decir, definitivamente sí.
Todos los días tomamos nuestras propias decisiones. Ahora mismo estás en el medio de una elección, continuar la lectura de este artículo, o simplemente parar aquí. Tú eres quien decide. Tú eres quien escoge. Parar o continuar.
Nuestras decisiones no sólo afectan a nuestro día, van más allá, influyen en nuestras vidas. A menudo tomamos decisiones por la emoción, otras por la razón y, no pocas veces, tomamos una decisión al creer que no hay otra opción. Pero si debemos tomar una decisión, es porque hay más de un camino a tomar, y elegimos el que creemos que es el mejor, por lo menos en ese momento, con la información que tenemos.
Y es precisamente ese momento el que va a determinar nuestra elección. Hay decisiones sencillas, por ejemplo, qué ropa usar, aunque para la mayoría de las mujeres, por lo menos, esta no es una decisión tan simple. Podemos elegir nuestro trabajo, nuestra profesión, las personas con las que queremos relacionarnos y las personas con las que necesitamos relacionarnos. Nosotros elegimos si nos casamos o no. Tener hijos o no. Elegimos la forma en que vivimos nuestras vidas e inevitablemente debemos vivir con nuestras decisiones.
El punto aquí , no son las decisiones en si, pero ¿qué hacer con lo que nosotros no elegimos?, porque cuando decidimos que queremos algo, al mismo tiempo decimos que no queremos algo y es ahí exactamente donde se encuentra la resistencia al tomar una decisión. Al tomar esta decisión, estamos dejando de lado un abanico de posibilidades infinitas y en el futuro, lo más probable es que la persona se preguntará: – ¿Y si lo hubiera hecho? Si hubiera hecho aquello? Si yo, si yo… y si yo infinitamente.
Cuando él individuo comienza a preguntarse acerca de sus decisiones, también comienza a dudar de su capacidad de elegir. Mucha de la gente que conozco y que sufre de depresión, comienzan con la frase : ¿Qué pasará si… y es exactamente donde vive la depresión, en la duda que corroe su alma.
Muchas personas en depresión sufren, porque creen que no tomaron buenas decisiones y ahora deben decidir entre parar de sufrir y ser felices. Pero, dejar de sufrir, significa que todos esos momentos que pasaron sufriendo, llorando, repitiendo todos los síes y los porqués, perderán su importancia. Habrá sido en vano y la mayoría decide seguir sufriendo y caer en un vacío enorme dentro de sí mismos que les impiden salir y simplemente decidirse por otro camino.
Una vez asistí a una señora que tenía un sentimiento de rabia muy grande. Estaba convencida de que la ira que sentía por ciertas personas la mantenía «viva «, porque ella vivía para sentir aquella rabia y a través de ella castigar a las personas que, a su juicio, la habían hecho sufrir. Creía que al ver su sufrimiento, su dolor, estas personas también sufrirían. Lo que no llega cerca de la verdad, pues la mayoría de la gente ni siquiera se enteraba de que, ella «vivía», del dolor que sentía.
Y realmente sentía este dolor, creía en su dolor y por eso sufría. Después de más de dos horas de conversación, logró darse cuenta de que las personas a las que ella se refería, no se percataban de su intención y que además, su ira la estaba consumiendo y dejándola triste y enferma. Estaba contaminando su vida de tal forma que, se estaba auto-envenenando y así moría un poco cada día. Le dije: – Si de verdad quieres vengarte de todo el mundo, elige ser feliz. No hay nada peor para aquellos que nos desean el mal, que nuestra propia felicidad. Agradece a esas personas, pues están ayudando a hacer algo con tu vida, algo que sólo tu eres capaz de hacer, perdonar. Sólo tú puedes perdonarte a ti misma y a los que de alguna manera te hicieron daño. Ten presente que, si tu vida no es buena ahora, fuiste tú quien eligió este camino y no los demás. Si tú estás deprimida, fuiste tú quien lo eligió y no los otros. No le des este poder a los demás, porque sólo tú puedes ser feliz o infeliz y la elección es única y exclusivamente tuya.
Evidentemente, no aceptó mis argumentos fácilmente. Pero después de dos horas y un sinfín de ejemplos, la señora comenzó a darse cuenta de que, de hecho, sólo ella estaba sufriendo, el camino que había elegido no era el mejor y que podría cambiar. Después de unos meses, me encontré con la misma mujer, completamente renovada, aparentaba unos 10 años menos y se veía completamente feliz. Vino a mí y me dio las gracias diciendo: – Sus palabras fueron las más duras que he escuchado, pero nunca antes ninguno había tenido el valor de hacerme entender el hecho de que, soy la única responsable de mi forma de ser o estar. Hoy soy otra persona, y soy mucho más feliz.
Naturalmente, me sentí muy conmovido, la abracé, hablamos y nos dijimos adiós. Ese día tuve la certeza absoluta de que nuestras elecciones determinan nuestro destino, lo que somos y cómo vivimos.
En la vida, no podemos decir que tal o cual es la mejor decisión, es mejor vivir lo que elegimos y simplemente olvidar el resto. Podemos cambiar de trabajo y si algo no sale como estaba previsto, no podemos pasar el resto de nuestra vida condenándonos por haber tomado esta decisión. Así como, si decidimos quedarnos en ese trabajo, no vamos a pasar el resto de la vida quejándonos de no ser reconocidos y no ser recompensados. Definitivamente no podemos vivir apegados a las decisiones que dejamos de tomar.
Cuando tomamos una decisión, debemos que seguir adelante, creyendo siempre que es el mejor camino, porque incluso si todo sale mal, aún quedarán las experiencias vividas y este es el gran «regalo» de la vida. Debemos saborear cada experiencia, ya sea buena o mala, pues todo es aprendizaje. Si cambiamos de empleo y no funcionó, todo bien, ve en busca de uno nuevo, al menos ahora ya tienes el “valor” para cambiar. Y esa es una palabra clave, “valor”. Muchas veces no cambiamos por el miedo a lo desconocido, la falta de seguridad es el mayor inhibidor de la oportunidad. Si analizamos detalladamente, nunca estaremos 100 % seguros, donde quiera que estemos. Así que lo mejor es correr el riesgo.
Ahora vamos a pensar en decisiones que no se refieran única y exclusivamente a nosotros. Puedes, por ejemplo, elegir entre la paz y la guerra. Si eliges la paz, significa que no vas a entrar mas en discordia, que buscarás siempre el mejor camino hacia el entendimiento. Si eliges la guerra, sabrás que todo en tu vida será un torbellino de discusiones y peleas.
Puedes elegir entre el amor y el odio, si eliges odiar a las personas que te causaron algún daño, vas a vivir con la tristeza, con la amargura de la vida, con una rabia constante que creará dentro de ti batallas interminables. Si eliges el amor, sabrás encontrar el camino del perdón, entenderás que las personas son diferentes, y que todas , absolutamente todas merecen nuestro amor.
Puedes elegir entre la indiferencia o la compasión. Si eliges la indiferencia, las guerras, los sufrimientos de las personas, el hambre y la pobreza no serán percibidas por ti. El sufrimiento humano será algo común. Si eliges la compasión , verás en el otro a ti mismo, extenderás tu mano a quien lo necesite y estarás personificando el amor.
Puedes elegir entre la tristeza y la alegría. Si te decides por la tristeza, vivirás en un mundo sombrío, solitario, donde el dolor tendrá una presencia constante. Si optas por la alegría, dará mas vida a tu vida y a las vidas de los que conviven contigo. Tu alegría contagiará de alegría a tu alrededor, nunca sentirás soledad, incluso en momentos en los que estés absolutamente solo, la sonrisa te hará compañía.
Entonces?, ¿Cómo serán tus decisiones de cara al futuro?
Tú eres el timonel de tu vida¡!, no dejes que los sentimientos oscuros te invadan. ¡! Has una diferencia en ti y en la vida de aquellos que tu amas. ¡!
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Excelente articulo sobre la toma de decisiones
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